domingo, 10 de noviembre de 2013

LA ULTIMA HUMILLACION DE UN CORAZON ROTO...

Si tú piensas que: Ningún consejo será , se me está rompiendo el corazón y
lo único que quiero es recuperar a mi pareja, no importa si me pierdo a mí mismo… puedes comenzar a leer ahora.


Hay cosas que no se pueden cambiar, hay palabras que duele escucharlas...como cuando una persona está desauciada, y sabes que no se puede hacer ya nada, que duele aceptarlo pero así es, que ya esa persona está a punto de dejarnos.

Con esa misma sensibilidad de reconocer cuando algo ya está por terminar es con la que nos damos cuenta cuando el amor se está cayendo de las manos. Pero no podemos verlo, no porque no sea visible y existan pruebas, sino porque no queremos.



Creo que nadie entiende cuando estamos en ese nivel de desesperación cuando nuestro corazón nos anuncia el final de algo, cuando la respuesta de nuestra pareja es indiferente y ya lleva tiempo o peor aún, cuando sabemos que nos están poniendo el cuerno. Cuando no te quieren se siente, pero nuestro cerebro y corazón se aferran al “pero un día me quiso…” y luchamos por regresar al pasado que jamás,  jamás llegará porque está atrás y no adelante.

Invertimos unos días que se convierten en meses y en algunos casos en años. Luchamos día y noche por recuperar lo que era nuestro. Sentimos que se nos acaba el aire y creemos que él o ella es el máximo proveedor de oxígeno. Creemos que él o ella son los responsables de que nosotros estemos de pie o nos sintamos felices… y peor aún, aceptamos mantener la relación a cambio de que aquella persona no se aleje, aceptamos sus nuevas reglas y convivimos con la agonía y nuestra personalidad se transforma porque tenemos miedo y dejamos de ser esa simpática niña o ese increíble hombre y sin hacerlo consciente, perdemos a la persona, pero algo peor que eso está sucediendo: nos perdemos a nosotros mismos.

Al perdernos, perdemos nuestra fuerza y es cuando ahora sí co-dependemos bien y bonito de la otra persona y si gráficamente pudiera dibujar lo que está pasando, estamos en el suelo agarrándole una pierna diciéndole “pégame, pero no me dejes…” Literal.


Escuchamos a nuestros amigos que ven las cosas de fuera pero no entendemos lo que quieren decirnos y es que ¿Cómo poder comprender lo que está pasando si ya nos perdimos?

Aquí es cuando el camino se divide en dos. Las víctimas y los responsables los primeros se arrastran lo más que pueden, culpan a Dios por lo que pasa, culpan a su pareja y la aman-odian y se alejan de los amigos que les decían “siento que tu relación no va bien”. Los segundos se echan en llanto un día, ponen el cd de Paquita otro día y el tercero están echando una heladas con ese amigo que odiosamente les dice “te lo dije” ¡Pero lo escuchan! Porque deciden de algún modo cambiar y porque le piden a ese amigo “¿Dime qué me pasó? Tú que me conoces de toda la vida ¿Qué puedo hacer?” El amigo hará todo por consolar y regañar, por abrazar y hacer entender y sólo los responsables escucharán para poner en práctica, recordarán a través de su amigo la persona que eran y con coraje comenzarán a poner un alto y decir: “Hasta aquí”.



Con suspiritos post lloratorios comienzan a ver a través de la realidad… como la peli de 500 días con summer, cuando él ya veía lo que estaba pasando objetivamente. Descubrirán en qué momento se comenzaron a perder y la autoestima les hará sentir desprecio por aquella situación.

“No merezco esto” dice el autoestima.
- “Es un imbécil” habla el ego. – “Ojalá le vaya mal y que no se encuentre a nadie”.
- No ego, tampoco se trata de eso – interrumpe el autoestima – Aquí lo importante es que por primera vez en la vida dejes de pensar en él o ella aunque sea para desearle algo malo. Piensa en ti. Abrázate, perdónate y agradece también los momentos buenos.
- Ojalá me vea guapísima o guapísimo en la boda de no sé quién que sé que va a ir…. – agregó otra vez el ego.
- Ojalá –dijo el autoestima abrazando al ego – Ojalá que eso suceda porque es consecuencia de que estas mejor y no porque estás invirtiendo tus energías en ese proyecto que una vez más te digo, ya murió.

Y la plática seguirá hasta reconocer que no volteamos a vernos a nosotros. Platicamos con las amigas o los amigos imaginando qué pensará aquella persona… buscamos un pretexto para volverla a ver: “Se quedó con mi ipod” o “ tiene mi película” es suficiente como para mandarle un mensaje sin agredir nuestra dignidad. Pero ¿De qué sirve? Una vez más nos levantamos y nos acostamos gastando nuestras energías en el proyecto que repito, ya murió.

Y lo sé, lo he experimentado, es horrible saber que alguien “ya no es” y tengamos que olvidar hasta sus rasgos físicos que odiábamos, porque de lejos todo nos parece adorable. Maximizamos los detalles agradables y nos vendamos ante las fregaderas que nos hicieron y peor aún, las justificamos y las entendemos.

No tiene nada de malo tener empatía y comprender que él o ella hizo tal o cual cosa porque bla bla bla (mil y un razones) pero eso no justifica que dejemos que nos dañen. ¡NADA JUSTIFICA PERMITIR QUE NOS DAÑEN!

Creo que el único amor incondicional es de una madre a sus hijos, nosotros necesitamos un dar y recibir que fomente un círculo de amor que nos lleve a madurar y crecer hasta el cielo. De otra forma: NO ACEPTO.


¿Por qué voy a aceptar? Es obvio que en la pareja hay que ser tolerantes, que no todo es perfecto que la la la la la pero en el fondo no nos hagamos tontos, en el fondo sabes si la otra persona, con todos sus errores, sigue diciendo “le apuesto a esto” todos los días o no.

Cuando una persona está ahí, va a los entrenamientos, asiste a clases (aunque no ponga atención), está presente, quiere estar, desea intentar ver hasta dónde llega la unión de esos dos elementos maravillosos, tú y la persona, entonces aquella persona, con todos sus defectos tiene el primer requisito del amor: Querer estar.

Si no quiere estar todo se viene abajo. Además tiene que estar en algún lado así que si no está contigo está con un “submundo” llámese otra persona o un sueño que no tiene que ver contigo, pero en algún lado está habitando.

Pero volviendo a lo que importa, tú mismo, mímate, abrázate y pregúntate ¿Esto es lo que quiero? Porque de verdad es una droga pero en el fondo sabemos que es nociva y entiendo perfecto cuando ves a tu alrededor y hay galanes o galanas buenas niñas o buenos niños que jamás nos harían eso pero desgraciadamente ¡NO NOS ENAMORAN! Así que nos aferramos a esa persona poquito maliciosa que nos da ese no sé qué que me encantaría descubrir… ¡ENTIENDO PERFECTO EL PUNTO! Pero – me pongo de ejemplo para que sepas que hay una luz en el camino – habiéndome pasado eso les puedo decir que el primer paso para liberarte de todo esto es encontrarte a ti mismo y el segundo querer cambiar el patrón de la pareja porque ahorita le lloras a Luisito, pero mañana será Paco, Beto, Santi, y sin querer todos tendrán el mismo patrón que no te quitas de la cabeza.

Lo mismo a los hombres. Se enamoran de Marina, de María, de Rosario  y las tres los tratan mal y no saben por qué. ¡PORQUE ESO ESTÁN BUSCANDO! El problema es ¿Por qué busco esto? Ahí sí no sé…


Lo importante de este aprendizaje es que no importa que nos hayamos humillado, ya que esté superado hasta seremos objeto de burla con los amigos y cuando lo veas en la calle dirás “¿Cómo me pudo gustar?” y aún así tu ego tratará de que te halagues cuando te lo encuentres – que no tiene nada de malo – . La cosa aquí está en aprender de esta HUMILLACIÓN DE UN CORAZÓN ROTO y aprender a decir ¡NO ACEPTO! La próxima vez que veamos una posibilidad de autodestrucción a la vista.

Y claro, nos vendrán a la mente preguntas como ¿Cómo pudo ser tan cínico? ¿Cómo es posible que existan personas tan descorazonadas que nos hagan esto? La respuesta es simple: Existen asesinos, violadores, golpeadores, mentirosos y de todo en La Viña del Señor, la pregunta es ¿Por qué dejo que entren a mi vida?



En fin, quiero concluir con una peli que amo, que amo demasiado: Orgullo y prejuicio, hay una escena cuando el papá le dice a Elizabeth: “Mira a este hombre, ¿te gusta verdad?” refiriéndose a un soldado que ella frecuentaba, entonces continuó “Es un hombre ideal para que te rompa el corazón, una mujer con el corazón roto posee gran sabiduría, deberías intentarlo…” Moraleja: no estoy diciendo que te dejes herir por alguien más, sino que una persona que aprendió de una caída es mucho más sabia y se le genera una sensibilidad inigualable capaz de crear una vacuna contra el sufrimiento próximo que pudiera generar una persona no apta para entrar a nuestro corazón. A veces los errores, cuando aprendemos de ellos, nos llevan a los lugares que queríamos llegar.



 

domingo, 3 de noviembre de 2013

ARRIESGATE...

Aunque reír es arriesgarse a parecer un tonto...

Aunque llorar es arriesgarse a parecer sentimental...

Aunque acercarse a alguien es arriesgarse a involucrarse...

Aunque mostrar tus sentimientos es arriesgar tu yo interior...

Aunque exponer tus ideas o tus sueños a una multitud es arriesgarse a perderlos...

Aunque amar es arriesgarse a no ser amado de la misma manera...

Aunque vivir es arriesgarse a morir...

Aunque desear es arriesgarse a ser defraudado...

Aunque intentar es arriesgarse a fallar...

A pesar de todo, debes arriesgarte.

Debes correr los riesgos simplemente porque el más grande de los peligros de la vida es no arriesgarse.

Las personas que no arriesgan nada o nunca tienen nada, no hacen nada.

Tal vez podrán evitar el sufrimiento y la tristeza, pero no logran aprender, sentir, cambiar, crecer o vivir.

Prisioneros de sus temores, son esclavos que han renunciado a su libertad, pues sólo cuando una persona se arriesga, es libre.

Los pesimistas se quejan del viento; los optimistas esperan confiadamente que los vientos cambien de dirección y los realistas, ajustan sus velas en la dirección correcta.

Arriésgate...

Es cierto, que puedes perder ¿Pero has pensado en lo que puedes ganar?