miércoles, 22 de abril de 2015

LAS CUATRO ESTACIONES

De manera personal, al leer ésta historia me llena de nostalgia al recordarlo a él, lo conocí en sus cuatro estaciones y todas ellas me gustaron y me enamore de todas. Le conocí en su invierno y me llenaba de estusiasmo saber que llegaría el momento que lo vería brotar con todo su esplendor en su primavera y cuando botó sus hojas lo amé más,  porque me dejaba ver su interior y se mostraba tal cual era, y al llegar a su verano me mostraba lo cálido que podía ser. Pero él me conoció en mi otoño y le mostré mi alma desnuda y sentimientos, y también conoció mi verano y le mostré mi calidez cuando él pasaba por su invierno, para que no se congelara; pero él al llegar a mi invierno tuvo miedo y buscó lo más fácil, huir...sin imaginar que después de esa estación fría le haría ver y vivir en el jardín de bendiciones en los que floreceríamos los dos, no esperó a ver mis frutos rojos y dulces para él. Así ésta historia me llenó de recuerdos y nostalgia al pensar que alguien huye de una situación complicada, sin pensar que son etapas y parte del proceso de la vida y sin pensar que ésta pudo haber sido su más grande bendición. La historia dice así:

Había una vez un hombre que tenía cuatro hijos.

El hombre buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces los envió a cada uno por turnos a visitar un peral que estaba a una gran distancia.

El primer hijo fue en el invierno, el segundo en la primavera, el tercero en el verano y el hijo más joven en el otoño.

Cuando todos ellos habían ido y regresado; su padre los llamó, y juntos les pidió que describieran lo que habían visto.

El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido.

El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas.

El tercer hijo no estuvo de acuerdo, dijo que estaba cargado de flores, que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto.

El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, y dijo que el peral estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.

Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol.

Les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, solo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones ya han pasado.

Si tú te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano, y la satisfacción del otoño.

No dejes que el dolor de una estación destruya la dicha del resto.

No juzgues la vida solo por una estación difícil.

Aguanta con valor las dificultades y las malas rachas, porque luego disfrutarás de los buenos tiempos.

Sólo el que persevera encuentra un mañana mejor.

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