jueves, 13 de abril de 2017

Una de las formas más bonitas de amar y cuidar de una persona es orando por ella.

Ninguna distancia o alejamiento, mala época, nada podrá quitarlo de mis oraciones.

No puedo estar a su lado, pero la distancia física no impide que estemos juntos emocionalmente. Y, yo se, que incluso al querer cuidar de usted, no podré darle el apoyo que necesita para tomar decisiones, la fuerza necesaria para no desistir e incentivos que le hagan persistir y nunca parar, pues la vida me ha puesto en el lugar que ocupo hoy, y aunque no pueda estar cerca para cuidarlo, ninguna distancia o alejamiento, mala época, nada podrá quitarlo de mis oraciones.
Estaré frente a Dios llevándole un corazón, a veces, tímido, roto y que se constriñe cuando piensa en la grandiosidad de su amor. Un corazón que desea seguir sus pasos, que se preocupa por su bienestar, que quiere saber lo que estará haciendo y si alguien está haciéndole reír como a mí me gustaba hacerlo.
Pero este corazón preocupado y ansioso, cuando quiere su atención y cuando imagina la hora en que algún día nos encontraremos, no logra quitarlo de mi consciencia, se queda constantemente dibujándole en mi mente y remodelándole. Y en esas oraciones, que pueden ser cortas o largas, que pueden ir acompañadas de risas y lágrimas, de corazón abierto o con mariposas en el estómago, yo digo lo que lo amo y enumero los diversos motivos que me hacen agradecer a Dios por haberlo conocido.
Rezo para que el Señor lo acompañe a donde quiera ir, que le guarde de todo mal y de posibles riesgos y heridas que pueda correr incluso sin tener la intención. Le pido que lo perdone, porque como ser humano, se puede equivocar siempre y sin darse cuenta.
Rezo para que Jesús libere su corazón de las hierbas dañinas y quite lo que no le hace bien, para que lo riegue con su sangre que fue derramada en la cruz, para que florezca transformándolo de adentro hacia fuera.
Le pido a Dios que le de sabiduría para tomar correctamente las decisiones que aparezcan en su camino, para que Él le capacite para cumplir el objetivo que recibió de manos del Altísimo.
Yo clamo, suplico y no me canso de pedir bendiciones y más bendiciones sobre su vida, y que reciba salud, más fuerza, más optimismo y perseverancia. Le pido que cuide de sus hijos. Y en nombre de Cristo, le pido que bendiga sus planes y que al realizar sus sueños coincidan con su voluntad.
Y en cada oración siempre le envío ese beso en la frente que solía darle.

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