lunes, 31 de julio de 2017

Las buenas personas están hechas de acero inolvidable.

Son esas personas que te abrazan y recomponen tus partes rotas. Con las que has recorrido la vida. Las que te han enseñado por las buenas. Las que te han mostrado el mundo como un lugar maravilloso en el que vivir. Pero, sobre todo, las buenas personas son por las que cada día coleccionas motivos por los que merece la pena esforzarse y ser feliz.
Las buenas personas no son prepotentes ni paternales sino que, al contrario, son personas pacientes. Porque la paciencia es la virtud que enmarca la capacidad de dar libertad y margen de error a las personas que tenemos delante.
El arte de la bondad es un bien escaso, pero quizás más común de lo que creemos. No todos somos buenos y malos en nuestra totalidad, pues en nuestro interior damos cabida a todo. Además, esto generalmente depende del cristal desde el que se mire.
Sin embargo, hay ocasiones en las que nos tropezamos con personas que no están corrompidas por la sociedad y sus intereses, y que son incapaces de hacer daño a una mosca. Puedes reconocerlas fácilmente, pues desde que las conociste eres mejor persona, te han fortalecido y han enriquecido tu interior.
La bondad auténtica es tener el valor de salir en defensa de lo que está bien
Las buenas personas tienen un sentido justicia y del bien que es especial. Sus palabras siempre son esperanzadoras y, si tienen que elegir, te darán una lección de vida.
Son personas íntegras que van más a allá de las obligaciones morales y siempre tienden su mano para ayudar. Hacen lo correcto aunque nadie esté mirando y eso es lo que las hace valiosas.
Ser buena persona es una de las mayores cualidades que podemos alcanzar. En algunas personas es innato y solo unos pocos afortunados tienen la dicha de ser sensibles al sufrimiento ajeno y a la capacidad de ayudar. Lo positivo de esto es que todos podemos ser personas buenas e íntegras.
Es esa sensibilidad especial las que hace a estas personas inolvidables e incomparables. Además hay veces que la bondad se mezcla con la amabilidad, convirtiendo así a la persona en excepcional.
Siendo buenas personas seremos diferentes
Por eso, más que intentar ser diferente, intenta ser bueno, puesto que siendo bueno serás diferente. Lo que cuenta de verdad es el resultado final. Lo que importa no es la intención sino la acción.
La vida de cada persona afecta a miles de seres en el mundo y, lo que hacemos por otra persona, nos afecta directamente a nosotros. Por lo que es importante aprovechar este efecto multiplicador.
Están hechas de otra pasta, de acero inolvidable.
La mejor forma de compensar a una buena persona es a través de la gratitud. Estas personas son conscientes de que, de una u otra forma, lo que le das a la vida es lo que la vida te devuelve.
Nos duele especialmente que la vida les haga daño, pues en nuestro ideal de mundo justo no concebimos que esto tenga que pasar. Sin embargo, hay una gran parte de buenas personas que lo son precisamente a raíz de estos golpes.
Las personas mas bonitas que conozco son las que se han enfrentado a la vida, a su dureza y a su injusticia. Son las que se han sentido vulnerables y sin esperanza, las que han sufrido en su piel verdaderos desgarros y problemas.
La gente bella no es necesariamente la más linda por fuera pero disfrutan de una belleza especial. Son personas bonitas las que han sabido perdonar, seguir hacia adelante y tender una mano aunque les acompañase la derrota, descubriendo así la grandeza de su ser.
Gracias a todas esas personas bonitas que nos dan tanto sin esperar nada a cambio. 
Vuestro valor es incalculable.

sábado, 8 de julio de 2017

Pensá que algún día te vas a morir.


“Morite de amor, cagón.”
Antes de decir que no, pensá que algún día te vas a morir. Sí, te vas a morir.
Metete al mar, despeinate… que la sal te endurezca el pelo y la piel, que te despinte. Metete de día, de noche… que una ola gigante te lleve a pasear y la arena se te meta en los calzones. Que el “toples” sea por la fuerza del agua, menos sexy y más divertido. Cagate mucho de risa, enterrate en la arena, hacé un castillito… sí, estás peludo, pero las ganas de hacer un castillito no se van jamás.
Tirate en paracaídas que tenés más probabilidades de morirte entrando el auto a la cochera de tu casa, cruzando la avenida apurado para ir a laburar, o de un ataque al corazón post- estrés, post- chatarra, post- depresión. Acostate con tu perro y llenate la ropa de pelos, escuchá su corazón… ese sí que late por vos.
Juntate con tus amigos aunque no tengas un puto peso. Siempre hay un paquete de arroz por ahí, o unas criollitas. Juntate con ellos y meate de risa y si los ves con el celular, tiraselos por la cabeza. Putealos, que están ahí con vos… el resto puede esperar. Coman el asado, vayan a la montaña, ponganse en terlipes en el medio de la calle. Sólo para reír. La amistad sana y no hay antidepresivo que le toque los talones.
Viajá. Ahorrá y viajá. Quizás cuando termines de pagar la ropa que te estás comprando ya la hayas dejado de usar. Quizás cuando termines de pagarte tu casa se haya llevado la deuda… toda tu energía. Quizás cuando termines de pagarte el auto te hayas acostumbrado a caminar. Quizás cuando termines de pagar el microondas te des cuenta de que como calentar en el horno no hay. El somnier extra súper archi blah blah “King” puede esperar, mejor una garrafita para la montaña. Escuchame pendejx, viajá.
Viajá, viajá para enriquecer el alma. Conocé gente, culturas, idiomas. Viajá para ver y escuchar que el amor en todos lados tiene la misma lengua. Viajá, tirate al pasto. Vaciá cuarenta y cinco termos de “meta mate y charla” y que te quede la lengua verde de chupar la bombilla mientras guardás las fotos de ese paisaje en tu cabeza. Y si no hay guita, andate igual. Andate abajo de una planta. Tres frazadas, fideos blancos y nada más.
Escuchá, escuchá a tus viejos. Preguntales todo lo que no sabés, todo lo que pasó. Cuántas veces amaron y cuántas perdieron un amor. Preguntales que querían ser de grandes cuando eran chicos. Preguntales porqué carajos no lo hacen si están vivos. Hablá, hablá con ellos que te escuchan hasta en silencio. Deciles que los querés y metete el orgullo post-moderno liberal de “todo me chupa un huevo” en el culo. Porque ellos también se van a morir. Abrazalos como si fuera la última vez… que ni las velas de cumpleaños, ni las estrellas fugaces, ni las vaquitas de San Antonio tienen el poder de conceder la inmortalidad.
Decilo todo. Decilo, escribilo, transmití. Sacate la vergüenza de las venas. Decile que la querés, decile que lo amás. Metele un beso para que no se olvide más. Decile que te dormís y te levantás pensándolo/la. Decile, decile todo lo que se te cruce por el bocho. Sé asquerosamente romántico/a. Empachate. Dejá de hacerte el/la dura que todos bien sabemos lo que siente el otro. Así que… decilo. ¿Qué podés perder? Decile lo que te gusta, lo que te enloquece, lo que te excita.
Dejá de sobarle la espalda a la tristeza y abrazala, abrazala fuerte y que se vaya un tiempo para volver fresquita como una lechuga y así… la volves a abrazar.
Antes de tener hijos… sé un niño, sé un niño todo el tiempo que más puedas. Dormí, salí, reíte, comé chocolates y gomitas y reíte. Fulminá tu juventud… antes de envejecer. Y cuando te pongas viejo, contale a la generación entrante… qué significa cada una de tus arrugas. No les dejes tu cuerpo gris, dejales tus ganas de vivir. Dale viejo, dejalos que jueguen a la pelota en la siesta ¿Te acordás cuando jugabas a la pelota en la siesta? Dale, no llames a la policía. Comprate un paquete de bombitas y cuando te toquen el timbre mojalos también. Dale viejo, viejo las pelotas. Sí, viejas las pelotas pero sangre en el pecho. No fue hace tanto viejo, acordate y reíte con ellos… antes de decir que no.

Autora: Maru Leone.


miércoles, 5 de julio de 2017

SOBRE LA FELICIDAD

SOBRE LA FELICIDAD - Eduardo Galeano

“Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados porque los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo sean. Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.”
“La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases: “Por largo tiempo me parecía que la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar. Sólo entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida”. Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.”
“La felicidad “es” el camino; así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie... así que deja de esperar hasta que bajes cinco kilos, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz... la felicidad es un trayecto, no un destino!!!!