jueves, 11 de octubre de 2018

Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida. 

Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida. Sin embargo, en la canción “Peces de ciudad” de Joaquín Sabina se escucha esta frase: “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. Entonces, ¿hacia dónde ponemos nuestra brújula?
No le falta razón a Sabina, quizás al volver de nuevo a esos lugares que han marcado tu vida ya no podrás volver a verlos igual, los recorrerás con la mirada descubierta, sin una venda de enamoramiento y plenitud vital absoluta.Verás los edificios como son, estructuras de diversos materiales que acogen a autóctonos y a turistas, pero ya no parecen actores puestos adrede en tu camino coprotagonizando tu misma historia.
Sus olores ya no te parecerán cómplices de la luz que alberga tu sentimiento. No serán cómplices cada vez que caminas por la estación más bella de la vida por la que tendrás que pasar, pero también salir, pues parece que todo es mucho más bello cuando tiene un final.
“Los amores imposibles no pueden desarrollarse, transformarse, modificarse… por lo tanto, nunca mueren.”
-Los puentes de Madison.


En persona o en imaginación, pero uno siempre vuelve...
Hay historias que tienen un recorrido justo en tu vida y es el justo y necesario. Si te empeñas en que duren más, dejarán de abrigarte en las noches de gélidos lamentos y angustias, pues su manto de dulzura se sostiene en su final con misterios abiertos. A veces hay que guardar quimeras de amor como un tesoro, pues ese sentimiento que nunca fue del todo en su momento, será auténtico toda la vida por ser inacabado.
"Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida, aunque sea en imaginación…para volver a sentir el sentido de sus latidos y la inocencia al respirar en su pecho".
Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida, incluso se vuelve a esos lugares en imaginación. Al mordernos las lágrimas ante cualquier recuerdo inesperado. Uno siempre vuelve cuándo quiere volver a estar enamorado, para volver a sentir lo que se siente. Uno siempre vuelve para ilusionarse con algo, para demostrar que podría ser capaz de hacerlo.
Uno siempre vuelve para lamentarse...
Una persona vuelve a los viejos sitios donde amó la vida a veces solo para lamentarse de haber dejado pasar su oportunidad. Vuelve con tristeza y arrepentido. Pero con más pasión que nunca pues pese a todo, la llama sigue encendida.
Vuelve para lamentar no haber sido valiente por miedos e inseguridades y sin embargo haberlo sido cuándo lo que ganaba no era la felicidad, sino la comodidad. Ese tipo de certezas solo pasan una vez en la vida.
Uno siempre vuelve para demostrarle fidelidad.
Uno siempre vuelve a ese lugar para decirle que ningún otro logró hacerle sentir lo mismo. Con personas, sensaciones y sucesos muy parecidos, pero la forma en la que alcanzaron su corazón nunca fue igual. A veces necesitamos comprimir toda nuestra existencia en poco tiempo.
Esa forma de actuar libre, anárquica, imprevisible, rebelde y apasionada es un obsequio que tú le regalaste a ese lugar porque lo amabas por la forma en que te hacía sentir. No es una relación en la que alguien pierda: ambos recogieron la magia del otro para brillar más. Ese lugar brilla más después de saber que le has guardado fidelidad. Es un secreto entre los dos que no te encarcela, te hace ser libre.
Uno vuelve al lugar donde amó la vida para ser valiente...
Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida para ser valiente y para curar heridas sabiendo que pueden volver a sangrar otras que ya daba por cicatrizadas. Uno vuelve a esos lugares porque un momento de plenitud allí vale por millares sucedidos en cualquier parte y porque los días no son felices, los días tienen sentido y por tanto son de una felicidad refrendada.
Uno vuelve a ser valiente porque es consciente de que un día pudo evitar vivir la vida en ese sitio que amaba, pero no está dispuesto a irse de ella si volver a agradecerlo, a sentirlo…a intentarlo.









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