miércoles, 29 de agosto de 2018

¿POR QUÉ VIAJAR?

Los motivos son incalculables porque dependen de cada persona. Se viaja para romper con la rutina, para tomar distancia de lo cotidiano, para conocer y experimentar de primera mano nuevas culturas, para ver “ese” templo o monumento que tanto te ha hecho suspirar al admirarlo en fotos. También se viaja para conocer gente, para conocerse a una misma, para conocer los propios límites e incluso para desdibujarlos y trazarlos “un poquito más allá”. Se viaja por la adrenalina, por amor al viaje, por placer a lo desconocido y por miedo a lo desconocido. Se viaja simplemente porque sí…
Porque te gusta.
No hay fronteras en tu imaginación ni en tus deseos y no debería haberlas en tu realidad. Porque te lo merecés. Porque “más adelante” puede -y suele ser- “nunca”. Porque el momento es ahora. Porque a veces tu profesión u oficio no te llena ni satisface tus anhelos más profundos. Porque el mundo es más grande, bonito, generoso y solidario de lo que nos hacen creer. Porque las culturas que lo habitan son excepcionales, únicas y hay que conocerlas para entenderlas y entenderse mejor una misma.Porque viajar es un ejercicio de tolerancia, paciencia, audacia y perspicacia.
Viajar es exponerse por propia voluntad a un cambio drástico de la costumbre y la repetición. Levantarse cada día en un sitio diferente, hacer concesiones con la comida, las formas de transporte, los horarios, los tiempos del otro. Viajar permite conciliar nuestra cultura con la del otro. Viajar es mostrar tu cara más amable, es hablar con gente con la que una nunca imaginó, desde la comodidad del sofá de casa, que alguna vez charlaría. Es compartir mesa con un grupo de viajeros del mundo que tienen inquietudes y necesidades, a veces similares y otras muy diferentes a las propias. Es compartir experiencias con extraños con la misma intimidad con la que se cuentan secretos a una mejor amiga. Viajar es convertir a los extraños en tus amigos, hermanos, confidentes. Viajar tiene sus riesgos, pero como todo riesgo, también tiene su recompensa. Al viajar una agudiza la destreza mental, la intuición y el instinto de supervivencia. Viajar te enfrenta a la pluralidad y a la diversidad de nuestro planeta, con sus culturas y su naturaleza dramática y, durante el viaje, de repente, te das cuenta: estás viva y eres feliz.
Viajar, además de un derecho, debería ser una obligación. Viajar debería convertirse en una asignatura universitaria o una formación complementaria a la escolarizada, como lo era antiguamente, para aprender de otras culturas, descubrir otras formas de mirar y enfrentar una realidad. Debería ser un ejercicio contra el egoísmo y el individualismo crónico de quienes habitan en los países desarrollados. Viajar, queridas amigas, es un arte y es educativo.
Porque viajar es vivir el “ahora” más que nunca. Viajar te da como única opción ser espontánea y analizar las situaciones en las que te encuentras desde nuevas perspectivas.
Viajar solo conoce el tiempo verbal PRESENTE y se experimenta con los 5 sentidos.

Los deseos no deberían quedarse solo en los sueños…

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