No hay nadie que no conozca a un salvadoreño o, por lo menos, conoce a alguien que conoce a un salvadoreño.
De todas maneras, le preguntaron en una ocasión a un reconocido sabio maestro: ¿Qué es un salvadoreño?
Su respuesta fue la siguiente: ¡Ah, los salvadoreños… que difícil pregunta!
Los salvadoreños están entre ustedes pero no son de ustedes. Los
salvadoreños beben en la misma copa la alegría y la amargura. Hacen
música de su llanto y se ríen de la música. Los salvadoreños toman en
serio los chistes y hacen chistes de lo serio.
No creen en nadie y creen en todo.
¡No se les ocurra discutir con ellos jamás!
Los salvadoreños nacen con sabiduría. No necesitan leer, ¡todo lo saben!
No necesitan viajar, ¡todo lo han visto! Los salvadoreños son algo así
como el pueblo escogido, por ellos mismos. Los salvadoreños se
caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia y, en grupos, por su gritería y apasionamiento.
Cada uno de ellos lleva en sí la chispa de genios y los genios no se
llevan bien entre sí, de ahí que reunir a los salvadoreños es fácil,
pero unirlos es casi imposible. No se les hable de lógica, pues eso
implica razonamiento y mesura y los salvadoreños son hiperbólicos y
exagerados. Por ejemplo, si te invitan a un restaurante a comer, no te
invitaron al mejor restaurante del pueblo, sino al mejor restaurante del
mundo.
Cuando discuten, no dicen: No estoy de acuerdo con vos sino ¡Estas
completamente equivocado! Tienen tendencias antropofágicas; así entonces
¡Se la comió! Es una expresión de admiración y comerse a una
mujer guapa es señal de una situación admirable. Decirle a alguien "come
mierda" es un insulto lacerante. El salvadoreño ama tanto la
contradicción que llama "culo" a las mujeres hermosas y "animal" a los
eruditos.
Si te aqueja alguna situación de salud te advierten, ¡Hermano, debiste
hablar conmigo para llevarte donde un chero mío, que es un médico
cabrón! Los salvadoreños ofrecen soluciones antes de saber el problema.
Para ellos nunca hay problema. Saben lo que hay que hacer para erradicar
el terrorismo, encausar a países pobres del Caribe, eliminar el hambre
en África, pagar la deuda externa, quién debe ser presidente y cómo
Estados Unidos puede llegar a ser una potencia mundial.
No entienden por qué los demás no les entienden cuando sus ideas son tan
sencillas y claras, y no acaban de entender por qué la gente no quiere
aprender a hablar castellano.
¡Ah, los salvadoreños… No podemos vivir mucho con ellos, pero es imposible vivir sin ellos!
Dedicado con cariño a los habitantes del mejor país del Mundo…
Gabriel García Márquez
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